Mostrando entradas con la etiqueta psiquiatría. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta psiquiatría. Mostrar todas las entradas

martes, 3 de noviembre de 2009

Recomendación de libro: PSIQUIATRÍA. CONCEPTOS


Libro cuyo autor descubrí leyendo el estupendo blog: Kraepelin´s Grandchildren - Nietos de Kraepelin

Autor:

Nassir Ghaemi
Departamento de Psiquiatría, Colegio Médico de Harvard, Boston, Massachusetts. Actualmente: Profesor Asociado de Psiquiatría y Salud Pública, Universidad de Emory, Atlanta, Giorgia.

Traductores:

Eduardo Correa D.
Profesor Asistente de Psiquiatría, Clínica Psiquiátrica Universitaria. Profesor Asistente de Bioética, Centro de Estudios Bioéticos y Humanísticos, Facultad de Medicina, Universidad de Chile.

Luis Risco
Profesor Asistente de Psiquiatría, Unidad de Trastornos Bipolares, Clínica Psiquiátrica Universitaria, Universidad de Chile.


Descripción

Ésta es la edición en español del libro The concepts of psychiatry. A pluralistic approach to the mind and mental illness del S. Nassir Ghaemi.
En palabras del autor, se escribió este libro para incentivar a los psiquiatras y otros profesionales de la salud mental a pensar sobre lo que hacen, y para ayudar a todo el resto a entender algo más sobre lo que los psiquiatras y otros clínicos de la salud mental hacen.
¿Qué es lo que piensan y hacen en el entendimiento y tratamiento de las enfermedades mentales y por qué? Son las preguntas de fondo de este libro.
El propósito fundamental es explorar las bases conceptuales del entendimiento y del tratamiento de enfermedades mentales. El Dr. Ghaemi hace una evaluación de la actual forma de la Psiquiatría, algunas veces aplaudiendo otras oponiéndose a sus modos de pensamiento y sus formas de practicarlo. Pero luego aporta una estructura de pensamiento metódico, comprensible y práctico, para estimular un discurso que es más crítico de lo que hoy se acostumbra y que puede impulsar la práctica, la enseñanza y la investigación hacia adelante.
Es un texto de interés para psiquiatras, psicólogos y filósofos hispanoamericanos, además de residentes en Psiquiatría, trabajadores sociales y sus estudiantes, estudiantes de Medicina y personas diagnosticadas con enfermedades psiquiátricas y sus familiares y amigos.

Contenido

TEORÍA: ¿QUÉ ES LO QUE LOS CLÍNICOS PIENSAN Y POR QUÉ? El status quo. El diagóstico, el modelo biopsicosocial y las alternativas. ¿Qué hay de mente y cerebro? ¿Cómo conocemos? Entendiendo la mente. ¿Qué es método científico? Leyendo la Psicopatología General de Jaspers. ¿Qué es método científico en Psiquiatría? El peligroso método de Darwin. Lo que valoramos: La ética de la Psiquiatría. El deseo y el yo: Aproximaciones Helénica y Oriental. PRÁCTICA: LO QUE LOS CLÍNICOS HACEN Y POR QUÉ. Sobre la naturaleza de la enfermedad mental ¿Enfermedad o mito? ¿Orden fuera del caos? La evolución de la nosología psiquiátrica. Una teoría sobre el DSM-IV. Los tipos ideales. Dimensiones versus categorías. Los riesgos de creer. La psicosis. Las hondas y flechas de la terrible fortuna. La montaña rusa de la vida. Ser autoconsciente: Insight. Psicofarmacología ¿Calvinismo o Hedonismo? Verdad y estadísticas. Los problemas de la Psiquiatría Empírica. Un clima de opinión: Lo que queda del Psicoanálisis. Psicoterapia existencial. Más allá del Eclecticismo: Integrar Psicoterapia y Psicofarmacología. DESPUÉS DEL ECLECTICISMO. Haciendo un puente en la dicotomía Biología-Psicología. ¿Por qué es difícil ser Pluralista?

"The book is intended for thinking psychiatrists, but thinking patients stand to benefit perhaps even more."—John McManamy, McMan's Depression and Bipolar Weekly

"I’m looking for books that provide a coherent conceptual structure for psychiatry--ones that will permit us to advance rather than retreat, toward a future we can eagerly anticipate. Dr. Ghaemi has written such a book. It provides what I seek and what I know students and leaders of this discipline need... Read here and see the future--not darkly and indistinctly hoping for inspiration, but face to face with the methods and practices that will bring the future to pass."
--Paul R. McHugh, M.D., Former Chairman, Department of Psychiatry, Professor of Psychiatry Emeritus, The Johns Hopkins University School of Medicine, Author of The Perspectives of Psychiatry

"Wide ranging and extraordinarily informed, Dr. Ghaemi gives us an indispensable guide to the difficulties and dilemmas of psychiatric work, plus the roadmap for a pluralistic future. A work of truly unusual intelligence."
--Leston L. Havens, M.D.
Professor of Psychiatry, Harvard Medical School
Author of Approaches to the Mind; A Safe Place; Coming to Life; Learning to be Human

"After the narrow confines of most psychiatric writing, it is refreshing to read an author... who can competently discuss topics as diverse as the mind-body problem and the relevance for psychiatry of Epicurus and Sufism. The book is a reminder of the rich banquet of conceptual and philosophical issues that are of relevance to our field but rarely make it into the standard literature."
--Kenneth Kendler M. D. Professor of Psychiatry, Virginia Commonwealth University, book review in Psychological Medicine

"A sensational success when it comes to waking us up from our conceptually impoverished stupors. William James' definition of philosophy is cited early in the book as 'an unusually stubborn effort to think clearly'(p. xix). S. Nassir Ghaemi has given us a book that is not only painfully unusual by today's standards, but so stubbornly and clearly thought out as well... William James would have been proud of his disciple's work."
--Andrés Martin, M.D., M.P.H., Assistant Professor of Psychiatry, Yale University School of Medicine, book review in Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry

"This book is a manifestation of Ghaemi's absorptive and spacious mind as well as his significant capacity to assimilate information from a broad variety of sources."
--Layton McCurdy, M.D., Distinguished Professor and Dean Emeritus, Department of Psychiatry, The Medical University of South Carolina. Book review in Psychiatric Services.

"Nassir Ghaemi's The Concepts of Psychiatry is an important contribution to the literature of philosophy of psychiatry and will be especially useful to psychiatrists and psychologists looking for an introduction to the central issues."
--Christian Perring PhD, Academic Chair of the Arts & Humanities Division and Chair, Department of Philosophy Department, Dowling College, Long Island; Editor Metapsychology Online Review.

domingo, 11 de octubre de 2009

10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental

Las enfermedades mentales aumentan en España. La media de psiquiatras es tres veces menor que en resto de la UE

Uno de cada seis españoles ha padecido, padece o padecerá un trastorno mental a lo largo de su vida



El trastorno bipolar está aumentando.

La Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB) y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM) han alertado del aumento de las enfermedades mentales en España e insisten en que se acabe con el estigma social que las rodea, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra cada 10 de octubre.

Según estas entidades, uno de cada seis españoles ha padecido, padece o padecerá un trastorno mental a lo largo de su vida aunque "socialmente" son poco conocidas.

Aunque no existe un incremento de los trastornos mentales graves, de otros más comunes sí que se ha constatado una mayor incidencia, tanto en la Atención Primaria como en la especializada.

Presidente de la SEPB, el profesor Julio Bobes:

"En la última década la ansiedad o la depresión han crecido hasta ocupar el 40 ó 50% del tiempo de los psiquiatras al día"

Las principales causas de este incremento son las dificultades sociales, socioeconómicas y sociolaborales, ya que son trastornos que vienen desencadenados por factores ambientales.

"No se trata de problemas mentales graves pero sí discapacitantes que generan una gran prevalencia de las incapacidades temporales y del sufrimiento familiar."

TRASTORNO DEL CONTROL DE IMPULSOS

Además de la depresión y la ansiedad, existe otra patología que está en incremento y que afecta sobre todo a los jóvenes, los trastornos del control de impulsos.

Profesor José Giner, presidente de la FEPSM:

Esto se debe al sistema educativo y cultural tan permisivo que tenemos en el que se le recuerda al adolescente cuáles son sus derechos, pero no cuáles son sus deberes."

ESCASEZ DE PSIQUIATRAS

Estas entidades alertan de la falta de profesionales de Psiquiatría en España ya que, en comparación con Europa, la tasa es de 5,5 psiquiatras por cada 100.000 habitantes mientras que a nivel europeo es de 15 profesionales por 100.000 habitantes.

PLAN DE SALUD MENTAL

El día mundial ha pillado a los profesionales madrileños, y también a los pacientes y sus familias, en plena lucha con la Consejería de Sanidad.

Varias entidades, agrupadas en el Movimiento Pro Salud Mental, se concentraron a principios de octubre de 2009 frente a la sede de la consejería para tratar de frenar el Plan Estratégico de Salud Mental que está preparando.

Un plan, a cuyo borrador ha tenido acceso el diario El País, que a mediados de octubre sigue sin estar aprobado pese a que su vigencia va de 2009 a 2011.

El texto, de 220 páginas, dedica buena parte de su extensión a analizar la situación actual y a dar recomendaciones, pero no incluye plazos de aplicación ni medidas concretas para el futuro ni, quizá lo más importante, presupuesto.

De ahí que la Federación Madrileña de Asociaciones Pro Salud Mental (Femasam), que agrupa a 26 asociaciones de familias, haya pedido su retirada.

Denuncia, entre otras cosas, que Sanidad se desentiende de la rehabilitación psicosocial, dejándola en manos de Asuntos Sociales y apostando por la hospitalización. También la privatización, como en Valdemoro, donde se cerró el centro de salud mental para pasar a los pacientes al hospital, de gestión privada.

El plan tampoco gusta a la Asociación Madrileña de Salud Mental, formada por profesionales. El mayor problema radica en la escasez de personal no psiquiátrico.

Pedro Cuadrado, psiquiatra y presidente de la entidad:

"La Comunidad propone, por ejemplo, 2,5 psicólogos por 100.000 habitantes, pero si se quieren cubrir las necesidades de atención psicológica de una manera mínimamente digna se precisarían al menos cinco."

Desde los centros, los profesionales también hablan de bajas no cubiertas y de recursos insuficientes.

El jefe del centro de salud mental de Fuencarral, Víctor Rivelles:

"Se trabaja en una situación de enfermedad y penuria social. En mi centro hemos tenido que dejar de dar citas a pacientes porque no disponemos de personal administrativo"

Ha remitido reclamaciones de enfermos y familiares a diversos organismos, y que él mismo ha reclamado mejoras, pero no he recibido respuesta."

Su centro, que cubre una población de 220.000 personas, con 26.000 historias abiertas, se gestiona con un auxiliar administrativo y un auxiliar de control.

"Las bajas no se cubren. Me consta que esta situación se repite en otros centros de salud mental."

Es imposible saber qué presupuesto destina la Consejería de Sanidad a la salud mental en la región. El dinero está repartido en diferentes partidas en los presupuestos. Este periódico solicitó ese dato, pero Sanidad no lo proporcionó.

Lo que sí quiso destacar es que la plantilla se ha incrementado "un 30% desde 2002, pasando de 734 a 1.005 profesionales" y que las camas de hospitalización de media y larga estancia han aumentado "en más de 200" hasta 999. Sanidad aseguró que aprobará el plan "en el actual trimestre".

Pese a las cifras oficiales, los profesionales aseguran que las plantillas se quedan cortas.

Cuadrado:

"El plan de Sanidad propone un trabajador social por 100.000 habitantes, menos de los que ya existen en la actualidad en muchos centros, y están sobrepasados de carga de trabajo."

La Asociación Nacional de Enfermería de Salud Mental (ANESM) también alerta de que en Madrid "los recursos enfermeros son claramente insuficientes para garantizar la seguridad y una atención de calidad".

Sólo en los centros de salud mental "se evidencia una carencia aproximada de entre 180 y 225 profesionales", asegura la entidad.

En los hospitales con internamiento, el borrador habla de 495 camas y 225 enfermeras para atenderlas, pero la ANESM advierte que, teniendo en cuenta los turnos y las libranzas, salen a 0,77 enfermeras por cada 10 camas: "una ratio media insuficiente y desproporcionada".

Información extraida de: Redacción Periodista Digital, 10 de octubre de 2009 a las 11:47

martes, 1 de septiembre de 2009

Entrevista con Guillermo Rendueles, psiquiatra y ensayista


Guillermo Rendueles Olmedo (Gijón, 1948) es psiquiatra y ensayista. Su obra, señala Wikipedia, “se centra en la crítica de la psiquiatría ortodoxa, en la teoría social y en la política radical”.

Rendueles cursó sus estudios de bachillerato en el mismo lugar en que nació, la Academia España de Gijón que dirigía su padre, y en el Instituto Jovellanos. Desde muy joven recibió clases del filósofo anarquista José Luis García Rúa y en la adolescencia inició su militancia en el Partido Comunista de Asturias.

Licenciado en medicina por la Universidad de Salamanca en 1971 y doctor en medicina por la de Sevilla en 1980 con una tesis sobre la izquierda freudiana, inició su trabajo en 1972 como médico residente en el Hospital Psiquiátrico de Oviedo. Participó allí en un movimiento antipsiquiátrico que promovió la transformación de la asistencia de los enfermos mentales, lo que provocó una dura represión del gobierno franquista y el despido de la mayoría de médicos de ese centro. Tras realizar, como represaliado, el servicio militar en la isla de La Gomera, continuó participando en los movimientos de renovación psiquiátrica en el Hospital Psiquiátrico de Ciempozuelos y en el Hospital Provincial de Gerona.

Trabaja desde 1980 en Asturias como psiquiatra del Insalud. Entre 1980 y 1989 fue profesor asociado en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Oviedo. En 1989 se incorporó como profesor tutor de Psicopatología en el centro asociado de la UNED de Gijón. Ha sido impulsor de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, a cuya directiva ha pertenecido.

Tiene publicaciones en una docena de libros en diversas editoriales españolas y casi una centena de artículos en distintas revistas. Por algunos de esos trabajos ha sido premiado por la Real Academia Española de Medicina (en 1982) y por la Asociación Española de Neuropsiquiatría (en 1983). A principios de los años noventa, tras haber estado cierto tiempo apartado de la actividad política, participó en los grupos antimilitaristas que promovían la insumisión y volvió a colaborar con colectivos y medios de comunicación de izquierda. Escribe regularmente en el periódico asturiano La Nueva España.

Una de sus publicaciones más conocidas, Egolatría, que en su día fue reseñada por Santiago Alba Rico, puede verse en el apartado Libros-libres de rebelión

*

Si me permite, déjeme iniciar la conversación con algunas definiciones, con algunas delimitaciones conceptuales. ¿Qué tipo de enfermedades mentales trata la psiquiatría?

En alguna ocasión he manejado la metáfora de que la psiquiatría como Coche Escoba de la medicina social, como práctica de cuidados que recoge todos los malestares que no caben en las categorías científico- naturales de la medicina o los recursos sociales. La medicina ofrece demagógicamente una definición de salud como “un estado de bienestar y realización físico–psíquica” para toda la población .Como es obvio que vivimos en una sociedad llena de sufrimiento y malestar no reparables por tratamientos médicos ni ayudas sociales, cuando un dolor o una queja no tiene un substrato anatómico clínico demostrable o es imposible de encuadrar en las pedagogías sociales se le etiqueta como enfermedad psiquiátrica y se le trata con ansiolíticos y antidepresivos que efectivamente acallan el dolor. Todo ello para no confesar la impotencia del llamado estado del bienestar para ofrecer una vida buena . El niño no educable en la escuela acaba en el psiquiatra . El ama de casa quejica de dolores a los que no se le encuentra causa física el psiquiatra la etiqueta de somatizadora y le da ansiolíticos. El comercial que no duerme y abusa del alcohol de nuevo ansiolíticos. Todo con tal de no cuestionar la escuela, el hogar o el comercio como focos de alienación y mala vida que hay que transformar o destruir.

De ahí que la practica psiquiátrica sea una práctica muy pretenciosa: ofrece mejoras para toda clase de males y desde luego promesas que luego no puede cumplir. Como el Bálsamo de Fierabrás los psiquiatras ofrecen remedios para toda clase de situaciones: dirección del duelo para las catástrofes o la muerte de algún ser querido, enfrentamiento al estrés laboral, dolor de enfermedades reales pero de causa desconocida como la esquizofrenia o los trastornos afectivos. Todo acaba en un totum revolutum llamado psiquiatrización de la vida cotidiana. De ahí que la sala de espera de un psiquiatra sea un lugar singular donde coexisten desde malestares banales secundarios a la vida cotidiana con los sufrimientos más atroces de las psicosis o las grandes depresiones que terminan en el suicidio. Para todos tiene el psiquiatra una palabra como un cura o una pastilla como un médico o una rehabilitación como un masajista

¿Y qué relación, si existiera, observa usted entre la psiquiatría y la psicología?

Los dos gremios compiten en ofrecer remedios que psiquiatrizan o psicologizan la vida cotidiana Ambas profesiones se proponen como remedios para todos esos malestares que van del nacimiento a la muerte. La gente ha sido desposeída de sus saberes comunes para criar hijos, para el sexo, para envejecer, para luchar contra la explotación laboral y necesita técnicos que provistos de saberes psi le enseñen a vivir. Psicopedagogos para criar hijos sanos mentalmente, sexólogos para concebirlos, psicólogos para hacer duelo por la muerte de los deudos, gerontopsicólogos para envejecer saludablemente y neuropsiquiatras contra el mobbing.

Los psicólogos limitan ese enseñar a vivir, limitan estas curas de la vida a palabras y los psiquiatras ofrecen además pastillas que hacen distanciarse a los sujetos de la situación invisible y con ello a tolerar mejor el dolor vital . Ambos ofrecen lo que no pueden dar: remedios técnicos para resolver sufrimientos sin romper los marcos de la situación que genera esos dolores y que no son otros que individualismo o el mercado. La lucha por atender a las poblaciones emergentes que buscan amo psiquiatrizador entre ambos gremios es patética por parte de los psicólogos que piden intervenir en los centros de salud con argumentos muy cercanos a la antipsiquaitría de los años 70 –la enfermedad mental no es una enfermedad como las otras afirman con justicia - pero afirmando que es el gremio psicológico con sus variadas escuelas y no las redes populares quien pueden romper esa malaria urbana que hoy constituyen las quejas encuadrables en lo psicológico o psiquiátrico.

Entonces, psiquiatrizar y psicologizar son, según usted, tareas muy próximas.

Efectivamente. En el sentido señalado de psiquiatrizar y de psicologizar, son tareas similares. No se trata de sustituir una práctica psiquiátrica por una psicológica sino de salirse de ambas redes que limitan los análisis y soluciones populares al egoísmo y al calculo afectivo que hoy domina la ideología popular y que psiquiatras y psicólogos refuerzan como aparatos del estado que son. Ante un duelo o un despido ambos discursos recurren a metáforas economistas para formular sus tratamientos: desinvertir afectos del muerto o el trabajo perdido, volver a invertirlos. Cualquier situación se enmarca por ambos gremios en las oscuras aguas del calculo egoísta que decía Marx. No conozco a nadie que haya ido al psicólogo y le haya preescrito la lucha solidaria contra sus males sino cuidar de sí en el marco intimista. Nadie que no haya ido y no le hayan dicho que él no puede arreglar el mundo ni tiene culpa de sus desarreglos y que se afane al carpe diem. De hecho leer un manual de autocuidado es una incitación al egoísmo y muchos de los manuales para mujeres una auténtica agresión a sentimientos altruistas: aprender a decir no, no amar demasiado, calcular bien el intercambio afectivo para no salir defraudadas. En fin, una especie de buen inversor no sólo en la bolsa sino en la casa o la cama .

Depsiquiatrizar o depsicologizar la vida cotidiana supone recuperar un saber común que antes tenía la mayoría de la gente para gestionar las situaciones de sufrimiento o conflicto sin recurrir a unos técnicas psi o una pastillas con dudosa o excesiva eficacia (las pastillas psiquiátricas son a veces demasiado eficaces y permiten tolerar situaciones intolerables adormeciendo los sentimientos que permiten cambiarlas). Para escuchar penas o aconsejar con prudencia cualquiera de nuestro entorno sirve menos un profesional psi que no comparte valores ni sentimientos y por ello los enmarcara en sistemas ideológicos de la escuela a la que pertenezca.

¿La tradición psicoanalítica ha dejado su huella en la psiquiatría actual?

La psiquiatría actual está dominada por clasificaciones procedentes de la muy poderosa Asociación de Psiquiatras Americanos. Hace una década impusieron una clasificación de las enfermedades mentales llamada DSM III que excluyó cualquier termino psicoanalítico como neurosis o histeria. Se pretendió con ello una clasificación empírica y ateórica de los trastornos mentales que supuso en la práctica el que los psiquiatras dejasen de pensar o interpretar la relación de los síntomas psiquiátricos con la biografía de sus pacientes, para buscar signos objetivos de enfermedades y tratar las enfermedades con protocolos de consenso logrados por votaciones democráticas en los congresos psiquiátricos. Una de las relaciones freudianas más tradicionales “las neurosis son inversiones de las perversiones sexuales” desaparece de la DSMIII no por ningún debate teórico sino cuando en esas votaciones desaparece la perversión como categoría gnoseológica sin más explicaciones que el éxito del colectivo gay en lograr votos .

En el fondo la DSMIII nació por la impotencia de la psiquiatría o la psicología para diagnosticar con precisión. Unos investigadores fueron ingresados como enfermos y los psiquiatras fueron incapaces de detectar la simulación. El horror de los años 70 en la academia psiquiátrica es que, al no poder identificar simuladores o no ponerse de acuerdo en las peritaciones ante los juzgados para bajas laborales, la administración excluyese a lo psiquiátrico del campo médico o del pago de las muy poderosas compañías de seguro americanas. De hecho algunas definiciones en la DSM dependen de un pacto con esas compañías para que no empiecen a pagar seguros médicos a los esquizofrénicos antes de 6 meses que se exige para el diagnóstico de esta enfermedad. La voluntad de ser empíricos y ateóricos barrió toda la “epistemología de la sospecha” que Freud había introducido para interpretar los síntomas psiquiátricos y dar sentido a la enfermedad, para relacionar el sufrimiento psiquiátrico con los poderes familiares que escribían la versión canónica y falsa de la infancia.

Hoy los síntomas psicológicos -nuestras angustias o depresiones- son una especie de equivalentes de unos trastornos de los neurotrasmisores que aunque nadie pueda medir se suponen modificables con psicofármacos o terapias. De ahí que Freud sea hoy un completo desconocido para las nuevas generaciones de psiquiatras.

Y eso para no hablar de la izquierda freudiana que dio importantes materiales para las revueltas contra el manicomio y la institución total de los años 70 y las resistencias antiautoritarias al familiarismo. Lo psicoanalítico ha quedado por ello como una escuela con escasa aplicación en la clínica real en parte por sus propios errores sobre la centralidad del dinero de la cura tipo (Freud afirmó que si el enfermo no paga dinero al terapeuta es poco probable que se cure y casi seguro que no abandonará su terapia). La aplicación literal de esa relación de medicina liberal de pago por acto médico impidió al psicoanálisis implicarse en un modelo social en donde integrarse. Finalmente la regresión de los psi que renuncian a formarse con la profundidad y el trabajo que exige aprender psicoanálisis terminan de ensombrecer el futuro de las prácticas psicoanalíticas .

Los americanos dicen que el psicoanálisis es otra de las rarezas de Paris y el número de pacientes tratados por analistas no llega ni al uno por mil de la población psiquiatrizada en nuestro mundo

¿Qué significó aquella rebelión antipsiquiátrica de los años sesenta y setenta al que usted hacía referencia? Estoy pensando en Coopper, en Bassaglia,…

El movimiento de Psiquiatría Democrática que encabezó Bassaglia representó la voluntad de dar la vuelta al sofisma del manicomio que eludía el análisis del encierro en la génesis de la gran locura Lo mismo que en los zoológicos se produce una conducta animal que no es la real en el manicomio se producía lo que Bassaglia llamaba el Doble de la Enfermedad Mental. El manicomio producía una locura que no era la de los pacientes sino la producida por el estigma y la profecía autocumplida de la psiquiatría de la época que describía la locura como peligrosa e irrecuperable. De ahí que todo el saber producido por la observación de locos encerrados, es deci,r toda la psicopatología clásica era un seudo saber parecido al de la zoología del parque de fieras. Categorías psiquiátricas centrales como la esquizofrenia catatónica desaparecieron de los libros cuando desaparece el encierro manicomial

Yo trabajé en un manicomio cercano a Madrid donde los pacientes estaban internados y diagnosticados en pabellones sintomáticos. Había pabellones de violentos, incontinentes, crónicos cerrados, abiertos, etc. Por un derrumbe tuvimos que repartir los internados del pabellón de violentos por el resto del manicomio y la conducta violenta dejó de producirse en los enfermos que padecían la violencia. La violencia no era por ello algo producido por el cerebro o la enfermedad de los pacientes sino creado por la institución que los cronificaba.

Del manicomio, el análisis bassagliano se extendió a otras instituciones totales como el ejército, las fábricas, los internados estudiantiles y fue muy productivo para las revueltas de mayo 68. De repente las masas en las fábricas descubrieron que el sufrimiento laboral no tenía que ver con su trabajo real o la producción, sino con las disciplinas que imponían gerentes y capataces. Los movimientos de la Autonomía Obrera italiana deben mucho a ese análisis postbassagliano en él que la fabrica se parece al manicomio o el cuartel en falsificar las vidas de sus internados y en crear una vida doble de la real- posible. Destruir los muros de esas instituciones fue la bella consigna que salto de los manicomios a las cárceles, las fábricas o los cuarteles. La esperanza de destruir ese archipiélago de instituciones que limitaban la vida fue el último fantasma de la libertad que yo conocí.
En cuanto a Coopper

Coopper y Laing hicieron unos análisis más microsociales de la familia como institución generadora de patología mental codificando figuras como los padres esquizofrenógenos o las teorías del doble vínculo como substrato de la comunicación autoritaria y enloquecedora que quebraba la identidad del sujeto casi desde el nacimiento .

De nuevo la locura era prefabricada desde la irracionalidad de la autoridad familiar. Cuando se falsifica la percepción de las necesidades infantiles y una madre afirma saber que su hijo tiene sueño y debe irse a la cama aunque el niño diga no tener sueño se esta iniciando ese proceso de pérdida de saber íntimo que en su extremo crea locura (la autoridad y la orden de vete a la cama se enmascara en cumplir las falsas necesidades del niño como el mercado satisfará todas las falsas necesidades del adulto). El discurso del padre aparece en esos análisis como el eco directo de la voz del amo estatal, mientras la madre es una figura más enloquecedora por su papel ambivalente entre la incitación a la sumisión y las fantasías utópicas. Estos análisis fueron muy productivos para el pensamiento antiautoritario y antifamiliar con propuestas de comunidades terapéuticas sin terapeutas y en desenmascarar todas las trampas que el lenguaje normal forjado en la intimidad crea en la enajenación cotidiana. Gestionar la enseñanza de los sentimientos correctos, de cómo se debe querer que constituía una función familiar central, saltó por los aires en esos años gracias a los análisis de Laing

La derrota de todo ese movimiento es hoy más que evidente, cuando las familias de enfermos tienen un poder grande y piden tratamientos obligatorios o cerrados para sus hijos y en la práctica están logrando la vuelta a unas disciplinas panópticas cercanas a neo manicomios y al uso masivo de psicofármacos inyectables quincenalmente como profilaxis de cualquier conducta violenta. Cada vez que hay un acto violento de un paciente psíquico el clamor por el encierro no cesa y las maldiciones contra la antipsiquiatria tampoco.

Afirmar que aquello no fue un sueño y que efectivamente luchar contra el manicomio fue luchar contra el orden o el familiarismo es hoy, más que un ejercicio de memoria, una afirmación de la esperanza en rebrotes de la razón tras su eclipse.

En las enfermedades mentales, ¿la herencia genética es determinante? ¿Influye, de qué forma, el ambiente social, la estructura familiar? ¿Depende de las enfermedades?

Los conceptos de enfermedad mental están mal definidos y por ello es difícil de contestar a la pregunta de las influencias del ambiente o los genes. En los grandes síndromes bipolares y esquizofrénicos la herencia parece indudable pero es la herencia de una vulnerabilidad que no se parece al modelo del despertador biológico preparado para que surja la enfermedad a la legada ala pubertad.

El brote psicótico y las fases maniacodepresivas precisan de un desencadenante y una vez desencadenada su evolución depende de cómo se trate y se prevengan las recaídas. Si se la medicalaza en extremo o se la encuadra en profecía auto cumplida -la locura nunca cura- se transforma en un proceso invalidente que hace sujetos dependientes de por vida, que necesitan según los protocolos actuales vigilancia y control perenne sin ninguna posibilidad real de alta médica. Médicos y familias coinciden que ante el riesgo de recaída es preferible tratamientos perennes.

Por el contrario que se limite el tratamiento y el pronóstico positivo a episodios psicóticos con perspectivas de cura, permite vidas en libertad que gestionen con prudencia ese riesgo indudable de recaída que los genes provocan. Gestionar ese riesgo desde lo autoritario y la profilaxis del “por si acaso recae que tome neurolépticos de por vida” o aceptar el riesgo ”sin medicar por si acaso” define hoy las posturas neomanicomiales o libertarias frente a las grandes psicosis .

El resto de los trastornos psíquicos -depresiones, angustias, trastornos de personalidad, malestares por estrés- son falsas enfermedades que se etiquetan como tales para individualizar sujetos frágiles para que puedan ser tratados con técnicas que no pongan en cuestión el papel desencadenante de la mala vida urbana que está en la base de sus sufrimientos. Ni el trabajo como lo conocemos, ni las casas de vecinos que articulan nuestras ciudades, ni las familias realmente existentes sobrevivirían sin la toma masiva de ansiolíticos que permiten dormir, levantarse y aguantarnos unos a otros en esa especie de cloaca sobrepoblada en que vivimos. Los procesos de etiquetado y psicologización de esos malestares que permiten sean vividos en privado y no se colectivicen completan el papel apaciguador y distanciador que permiten las categorías psiquiatrizantes y los psicofármacos

A finales de 2008 el New York Times informaba que más de la mitad de los 28 especialistas encargados de preparar la próxima edición, prevista para 2012, del DSM-IV-TR: Mental Disorders. Diagnosis, Etiology & Treatment, el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales por excelencia, mantiene algún lazo con empresas farmacéuticas. Ya en 2006, investigadores de la Universidad de Tufts denunciaron que el 56% de los encargados de revisar el DSM habían tenido al menos un nexo monetario con un laboratorio entre 1998 y 2004. El porcentaje era aún mayor entre los expertos que trabajaban en enfermedades mentales más graves; la esquizofrenia por ejemplo. Concretamente, según el NYT, uno de los psiquiatras firmantes del DSM había ejercido de consultor de trece laboratorios diferentes en los últimos cinco años (entre ellos, algunos de poder tan inmenso, y casi inabarcable, como Wyeth y Pfizer). ¿Es así? Una situación de dependencia o subordinación de este orden, ¿puede alcanzar esta dimensión? ¿También en España?

Un ansiolítico –el lorazepan, propiedad de uno de los dos laboratorios que mencionas– es el fármaco más vendido en España por encima de la aspirina o los analgésicos En general en apenas 20 años los psicofármacos han pasado de ser algo marginal en las ganancias de los monopolios farmacéuticos a ser sus productos estrella y ello sin que se halla producido ningún descubrimiento importante en sus laboratorios. Los trastornos psiquiátricos se diagnostican como en la medicina del siglo diecinueve por la escucha de los síntomas de los usuarios y no por ningún mediador interno sobre el que podamos medir la eficacia de los fármacos para aliviarlos como en el resto de la medicina del siglo xx. Frente al antidiabético que para ser mas eficaz que el anteriormente comercializado y vendido, debe normalizar las cifras de azúcar de cada enfermo que lo usa, los psicofármacos solo deben hacer ver o escuchar que el paciente dice encontrarse un poco mejor que con la anterior pastilla sin modificar ningún marcador material de mejoría. Obviamente ese carácter no objetivo es el sueño de cualquier mercader que quiera vender pastillas que como las diferentes marcas de coches sean un poco mejor que los de la competencia.

Los antiguos antidepresivos o neurolépticos son igual de eficaces que los nuevos para atenuar los síntomas de enfermedad como a duras penas tienen que reconocer sus fabricantes. Varían solo en que producen menos efectos secundarios: el Prozac (del otro laboratorio del que hablas) se empezó a recetar a miles de enfermos en América no porque fuese un antidepresivo más eficaz que el anafranil sino porque no engordaba o secaba la boca como sí hacía este. Pero su valor económico pasó a multiplicarse por miles de euros.

Un psicofármaco contemporáneo para el tratamiento de la esquizofrenia suele costar más de 100 euros y a veces más de 200 al mes frente al haloperidol igual de eficaz que puede costar 2 euros aunque produzca más efectos secundarios .

El uso de psicofármacos es además un mercado cautivo y un psicótico un cliente seguro desde los 20 años hasta la muerte si se siguen lo consensos dominantes hoy en psiquiatría. Como decía, al ser fármacos que a diferencia del que trata la anemia no tiene que demostrar su eficacia en protocolos rigurosos, sino en la observación del medico que lo trata y rellena cuestionarios, son tremendamente sensibles a la propaganda y la influencia del recetador que decide la mejoría o empeoramiento de acuerdo con su ojo clínico por desgracia tremendamente sensible al los reclamos de los laboratorios farmacéuticos que gastan cifras millonarias en manipular a los psiquiatras como intermediarios de ese mercado.

Todo ello define un merado especial: enormes ganancias, no objetividad del producto, dependencia del fármaco elegido de la decisión del psiquiatra. Por ello la propaganda sobre el psiquiatra que los prescribe determina unas relaciones profesionales mercantilizadas de las que casi nunca se habla entre los profesionales que se aprovechan de las migajas del sistema

No hay un solo congreso psiquiátrico en la que sus asistentes se paguen inscripción o viajes sin el apoyo de la industria farmacéutica, industria que sin presionar directamente sobre los psiquiatras (en mi experiencia es raro el “recétame y te pago el viaje a América”) obviamente genera unos mecanismos de agradecimiento que hace una rareza los antiguas reuniones de psiquiatras críticos o contraculturales. Los congresos de las asociaciones de psiquiatría, en teoría de izquierda, son en ese sentido tan dependientes de la industria farmacéutica como las de la derecha y sus congresos tienen el mismo estilo de grandes hoteles y banquetes en restaurantes caros, antaño reservado a los mandarines de la medicina

Cambio de tercio. Usted ha señalado recientemente que el hecho de que el 30% de la población obrera asturiana afectada por reconversiones acuda hoy a los Centros de Salud Mental ejemplifica un desastre: “el viejo orgullo del proletariado que “sabia quién era” está siendo substituido por personalidades pasivo dependientes que buscan en los ‘psi’ tutela, pastillas y consejos para reconducir su vida según un régimen de servidumbre voluntaria”. ¿Por qué habla usted de servidumbre voluntaria? ¿Qué podrían hacer entonces los trabajadores/as afectados?

Si me permitís la pequeña grosería, lo que buscan en salud mental los trabajadores agobiados se parece al que para buscarse amores se va de putas. Ante el horror real de la vida cotidiana, todo el mundo sufre y necesita que alguien le escuche, afecto, consejos prudentes o incluso mimos que alivien el horror económico. Buscarlo en un profesional que cobra del estado por esos menesteres, y no comparte las realidades del trabajo o el barrio o puede tener unos valores tan opuestos al consultante como ser del opus dei (una de mis pacientes dejo de ir al psiquiatra después de dos años, cuando supo que su terapeuta no estaba en consulta por ir de cacería) parece una confusión vital más que como aquel borracho busca la llave no donde la ha perdido sino donde el ayuntamiento ilumina.

Frente a esa ayuda profesionalizada que coloniza la vida desde un saber poco creíble (hay multitud de escuelas psi), el pueblo debería colectivizar su dolor y acumular valor para mirar de frente lo que oferta la vida en el mercado, sin edulcorarlo con la falsa promesa de que cuando la cosa vaya mal algún psi de la “seguridad social” me ayudará aunque yo no tenga redes solidarias en que apoyarme.

Aprender que el malestar no depende de su psique individual sino de las relaciones de explotación y sumisión al imaginario de deseos que nos hace vivir por encima de nuestras posibilidades con modelos de clase media es la amarga verdad que la población trabajadora se niega a ver. Saber que si me encierro en el egoísmo y la búsqueda de salvación en el intimismo cuando esa vida íntima se me derrumba y, por ejemplo, se muere mi objeto amoroso o pierdo el trabajo, ningún profesional me puede ayudar realmente porque ningún profesional puede sentir conmigo a sueldo, puede ser un primer paso en esa renuncia a las falsas promesas. Solo desde las viejas solidaridades, de hablar cada mañana con los compañeros y salir a tomar sidra o vino tras el trabajo para maldecir al patrón o comentar los azares de San mercado con la esperanza que algún día todo ese sistema caiga, fue vivible una cotidianidad tan dura como la del trabajador fabril tradicional. Sólo lo acogedor del barrio, de los lugares donde uno está entre los suyos, sólo los vínculos con los compañeros y sus familias y una forma de vida en lo común permiten escapar a las miserias del individualismo o disminuir diluyéndolas en lo colectivo las penas cuando la tragedia nos alcanza.

Si cada uno va de su casa al trabajo, se encierra en el familiarismo y en los grupos de aficiones comunes, está condenado a tener un alto riesgo de terminar en el psiquiatra como el que acude al lupanar a buscar amores profesionales

El precariado en el que vive una gran parte de los trabajadores españoles, autóctonos o no, ¿está afectando a su salud mental? ¿Hay cifras al respecto? Se habla de una epidemia de depresiones que afecta al 30% de la población y hay barriadas obreras donde es más normal haber pasado por las consultas de salud mental que no haber necesitado ayuda psiquiátrica a lo largo de la vida .

La miseria subjetiva que la vida en precario crea es la imposibilidad de crear esos vínculos serenos de los que hablaba más arriba para describir la cotidianidad de la clase obrera tradicional. Un niño tiene un vínculo sereno cuando puede jugar en el parque sin mirar continuamente a su madre porque sabe que ella va estar a allí cuando se caiga. Uno puede arriesgarse en la vida y ser un activista social si sabe que tiene una red social amplia que cuando la desgracia le alcance va a tener solidaridades múltiples. Esos lazos solidarios, esos vínculos serenos necesitan tiempo y tradiciones de identidad. Desde el colegio los antiguos trabajadores codificaban sus gustos y sus maneras al imaginario de clase que los protegía y los endurecía del mundo hostil de los señoritos: sabían que los melindres o la depresión no eran para ellos, que al tajo se iba a sufrir pero que la vida podía permitirles devolver golpes a ese mundo de la burguesia si permanecían juntos. Sin tiempo para estar juntos y sin coger a cita que las viejas tradiciones obreras les proporcionan los precarios están perdidos: ni identidad colectiva, ni defensas de clase les protegen. La ideología del Pícaro, la vieja astucia del lazarillo para burlar y sacar las ventajas que puede parece ser la tendencia subjetiva preferente en el precariado que corre como puede entre amos desalmados buscando cobrar del paro o las bajas médicas es lo que se ve de nuevo desde las consultas de salud mental.

El termino depresión es un cajón de sastre que quiere decir malvivir o incapacidad de autogestionar la vida sin ayudas profesionales. Afecta a sectores de población más colonizadas por el intimismo: mujeres, precarios sin redes sociales sólidas, viejos sin compañía que las han perdido, jóvenes renegados de su clase y aspirantes a trepar socialmente. Frente a ellos la vulnerabilidad a la depresión se invierte cuando el tiempo de trabajo o la organización de actividades crea grupos con identidades solidarias que se suponen pueden durar toda la vida. Frente al voluntariado social que crea grupos ligeros que llama H. Bejar de malos samaritanos los viejos sindicatos, los grupos comunistas, las comunidades religiosas, creaban vínculos e identidades sólidas que endurecían y “empoderaban” (hacían sentirse dueños de sí) a sus miembros frente a las crisis vitales que el propio tiempo genera. Se decía aquello de un comunista nunca está solo porque suponía que cualquier trabajador podía ser su amigo y que las edades del hombre -juventud, madurez, vejez- tenían unos rituales tan cercanos a lo religioso que hacía que incluso la muerte fuese aceptada como un pasar la cita con la historia a las generaciones venideras. Si esa identidad se licua y el precariado no permite enlazar la vida individual con esos colectivos y esas tradiciones la cotidianidad se convierte en ese cuento lleno de ruido y furia contado por un idiota que fácilmente busca sentido-consuelo en el psi. A ese sesgo cognitivo de buscar ayuda fuera de los iguales, en los expertos, en la técnica es lo que llamo proceso de servidumbre voluntaria que ni siquiera es consecuente con la ideología egoísta que ha elegido y que enlaza con el prototipo de Lázaro de Tormes que he propuesto líneas arriba.

¿Cómo cree usted que está afectando la actual crisis, esta crisis cuyo fondo no acabamos de entrever, a las gentes trabajadoras? Las amenazas de despidos, de cierres patronales, de reconversiones, ¿taladran su conciencia?

La crisis continua un proceso de contrarrevolución que aumenta la egolatría del sálvese quien pueda y la cobardía colectiva para pelear por un mundo radicalmente otro. Todas las crisis sociales son oportunidades para cambiar la historia. En esta que nos ha tocado, las clases populares van a salir más desestructuradas y derrotadas de lo que entraron: perderán la batalla sin ni siquiera haber peleado. Viejas palabras como ocupación de fábricas, autogestión, nacionalizaciones son fósiles lingüísticos para unos colectivos sindicales que como en el chiste sólo piden a sus señores quedarse como están .

Se parece por ello esta derrota obrera a esos experimentos de Indefensión Aprendida en que los animales de experimentación sometidos a castigos en una piscina se dejan morir cuando aún tienen energías objetivas para pelear. El dolor colectivo y la ansiedad producida por el riesgo de neopobreza está como las malas salsas sin ligar por ninguna organización que le dé forma y salidas colectivas .

De continuar la tendencia actual las capas populares saldrán subjetiva y objetivamente más maltrechas de lo que entraron y a mi juicio se acentuarán tendencias reaccionarias que difícilmente imaginamos desplazando la rabia contra los emigrantes y no contra los poderosos. De cualquier forma la historia no está nunca escrita del todo y como escribió Brecht en su imprescindible “Oda a la dialéctica” los derrotados de hoy son los vencedores del mañana. Pero para ello, quizás perder la esperanza de buena vida en el mercado o en los bienestares de la psicologización es un paso imprescindible para salir de esa indefensión y decidirse a pelear con las fuerzas que aún quedan

¿Qué puede hacer un psicólogo, un psiquiatra ante la desesperación de estas personas trabajadoras? ¿Decirles que hagan la revolución?

Puede tratar de encuadrar ese sufrimiento subjetivo en lo impersonal, impidiendo el proceso de individuación o de culpabilización que añade miseria psicológica a la económico-social. Saber que el paro toca como “la lotería al revés” tranquiliza a quién busca causas y remedios psicológicos de su malvivir en su biografía preguntándose qué hice mal. Tratar de crear vínculos no profesionales entre parados, entre personas con sufrimientos etiquetados de depresivo-ansiosos y dar formas de interpretar la angustia-depresión en un marco colectivo que busque agrupar seudoenfermos en redes de apoyo y consumo paralelo pueden ser sugeridas desde las consultas .

Los fundadores de Alcohólicos Anónimos persistieron en beber mientras iban de psicólogo en psiquiatra por todo el mundo. Dejaron de beber y crearon la red de autoayuda más potente del planeta, cuando tomaron conciencia que en la ayuda mutua se podían crear las redes y técnicas que evitan beber. Siempre me ha parecido un ejemplo a seguir .

El movimiento feminista tiene experiencias similares: las de Boston lograron reapropiarse de unos cuerpos mutilados por la ginecología. Tener valor para pensar y actuar desde la experiencia acumulada puede lograrse desde a confesión de impotencia profesional de los psicólogos o psiquiatras si tuviesen honradez para autoevaluar realmente su practica real tan poco eficaz en aliviar el dolor subjetivo

Usted ha afirmado que “bajo rótulos psicoterapéuticos, determinados aparatos burocráticos constituyen dispositivos de producción de identidades destinados a individualizar el sufrimiento producido por la crisis y evitando así cualquier estrategia colectiva”. ¿Es una estrategia consciente en su opinión? ¿Es una subordinación a los intereses del capital?

Uno de los rasgos centrales del nuevo espíritu del capitalismo es que no necesita conciencia o ideología dominante para imponer su dictado: con que se consuma y se sometan las poblaciones al régimen de necesidades que la propaganda crea… A los grandes monopolios no le importa el pensamiento de la gente .

En ese sentido la psicologización no es una práctica consciente del capitalismo porque no la necesita. Simplemente con que el pueblo se encierre en su casa, su pareja y olvide los viejas identidades basadas en grupos naturales, la victoria de san mercado está asegurada. Si no hay un Nosotros desde el que vivir y el yo sucesivo es el único punto desde el que se reflexiona el capitalismo puede dejar flotar a esos individuos y que escojan cualquier ideología que no recree esos vínculos. Precisamente el anticlericalismo de los postmodernos atufa a ese deseo de liquidar incluso la ideología comunitaria que en tiempos les sirvió y que en lo que tiene de Nosotros Identitario les resulta una paradójica resistencia a pesar de lo anticuado de sus protestas.

Quizás al Estado y a los políticos sí les interesa aparentar una eficacia de la que carecen para influir en la vida real de las personas e ideoligar una seguridad social frente a los azares económicos suponga un mecanismo de evitar el desinterés de la población sobre lo político. Afirmar que al menos el estado puede dar escuela y centros de salud desde la izquierda puedes ser un mecanismo de fidelizar unas masas ya convencidas de la inanidad del estado para influir en el paro o la vida real.

Salud y mental y relaciones de producción capitalistas, ¿son términos que permiten conciliación en su opinión? ¿El capitalismo, por el contrario, es enemigo de la salud mental de las personas?

Los efectos patológicos del capitalismo sobre la salud mental no nacen de una voluntad maligna que hacía gritar a la Bruja Avería “Viva el Mal. Viva el Capital!” sino de que en su necesidad de multiplicar sus ganancias vendiendo nuevas mercancías precisa crear necesidades continuas en las personas y por ello se transforma en un sistema que necesita producir identidades basadas en una especie de glotonería consumista que no se satisface nunca. ¿Cuánto es bastante? se responde desde el mercado con un Nunca que genera ansiedad continua en las personas. La sobriedad y la configuración de unos gustos y unas satisfacciones al margen de las seudonecesidades creadas desde la ideología capitalista son el primer paso para adquirir una difícil salud mental siempre cercadas porque algún fetiche ofrecido por la publicidad -tal viaje, tal coche, tal casa- acierte a enlazar con alguna perversión propia y nos haga vender la vida para cambiarla por dinero para comprar esos productos dotados del encanto mágico de la mercancía que adquiere lo interiorizado como deseo. El sujeto tal como lo conocemos es tan voraz y tan maldotado de Hibris de falta de freno a sus ansias, que precisa un sistema muy racional para contenerse .

Vivir sobrios y ser un poco mojigatos me parece un consejo prudente en estos tiempos de exhortación a liberar el deseo o atreverse a todo como signo de salud mental. Reprimirse frente a la desublimacion represiva de la que nos hablaba Marcuse como característica del postcapitalismo es una reflexión necesaria a pesar de que suene a pensamiento reaccionario

También usted ha afirmado que los estudios de epidemiología psiquiátrica señalan a que la conciencia de clase, el capital social, es un remedio “que atempera la vulnerabilidad y aumenta la resistencia frente a la depresión por estrés laboral”. ¿Por qué? ¿Cómo actúa positivamente “el grado de reciprocidad y confianza en las relaciones formales e informales entre personas, que facilita la acción colectiva en búsqueda de beneficio mutuo”? Recordaba usted que un impecable estudio finlandés sobre 35.000 trabajadores mostró ese capital social como mejor preeditor de riesgo-protección para superar la crisis.

Se ignora a veces que los estudios de Elton Mayo que dieron cobertura a la ideología taylorista que liquidó la cultura de clase en las grandes industrias americanas es el estudio de un psicoanalista que reconvierte cualquier queja contra el capataz o el patrón en proyecciones de una mala imagen familiar. Sus largas entrevistas a las obreras de General Electric tiene un formato psicodinámico donde afirma que tras el odio de clase se trasluce los fantasmas edípicos de odio al padre. Es decir, el malestar en la fábrica sería un rencor vertido en la fábrica pero construido en lo familiar. Convertir a cada gerente en un psicólogo fue la receta que tanto éxito dio a la productividad taylorista: “tras cada demagogo hay un neurótico” fue la fórmula que permitió el tratamiento individualizado del malestar obrero etiquetado de resentimiento.

Los psicólogos de empresa buscan por ello identificar a esos sujetos inadaptados para desactivar cualquier colectivización o protesta que sume malestares, para tratar individuo a individuo esa “proyección” del sufrimiento intimo que se vierte en la fábrica

Unos pocos estudios analizan los colectivos activando su memoria colectiva, analizando lo que hay de común en las humillaciones de la cadena cuando hay que pedir permiso para ir a mear o cambiarse el támpax con independencia de la personalidad o la historia individual. En esa memoria grupal se descubre lo poco individualizada que es la neurosis del trabajador que vive como fatiga y daño físico-psíquico la reducción de su vida a tiempo de trabajo. Se puede incluso medir como aumentan los consumos de alcohol o las rupturas de pareja en relación a crisis laborales .

La miseria de las organizaciones sindicales se puede visualizar en su incapacidad para articular esos estudios que posibilitarían un relato colectivo del daño laboral sin reducirlo al esquema de estrés y laboral productos de depresión- ansiedad en función de la vulnerabilidad personal.

La cultura psicológica del norte de Europa conserva restos del antiguo pacto social que permitía sustituir la cogestión por medidas sindicales muy ligadas a la base que dejaron una magra cosecha de estudios sobre el papel protector de la asamblea en la higiene mental de los trabajadores frente a los comités de seguridad en el trabajo. En ese sentido los equivalentes empíricos de la conciencia de clase -asistencia a asambleas, participación en comités de salud laboral, construcción de redes amistosas desde la fabrica- suministran protección eficaz frente a bajas laborales por depresión- ansiedad

Apuntaba también usted en una carta al colectivo de Espai Marx que cuando alguien se siente acosado en una empresa su única defensa real son las relaciones horizontales con sus compañeros, con esas relaciones las que le pueden permitir analizar su sufrimiento en términos colectivos y encontrar apoyos reales en ese colectivo. ¿Qué tipo de apoyo puede encontrar un trabajador desesperado entre compañeros no menos desesperados en ocasiones?

La escucha de alguien que vive las propias condiciones laborales ya es terapéutica porque a diferencia de la escucha psicológica es una escucha enmarcada y no descontextualizada en la que se comparten valores y se puede actuar sobre la situación real que genera el malestar. De esa escucha siempre nacen formas de micro solidaridades que se traducen en pequeños actos de resistencia y sabotaje a los ritmos laborales o a los abusos de los de arriba. En un taller de calderería cuando entraba el ingeniero comenzaron a caer herramientas desde los andamios a su paso con lo que las visitas s e hicieron infrecuentes. Tras algunas cenas navideñas en unos astilleros gijoneses los coches de los encargados aparecieron pintarrajeados. Tras las fiestas de comadres en Gijón las obreras del textil se reafirmaron en no abandonar un encierro que duró años. De esos contactos esporádicos basados en escuchas mutuas, a salir del trabajo y compartir cotidianidad creando esas redes y esos vínculos que permiten construir un Nosotros y unas rutinas comunes no hay mucha distancia y me parece el único manual de supervivencia que conozco frente al individualismo que termina en una especie de narcisismo egotista en la que cualquier perdida afectiva lleva a la depresión.

Hace muy poco ha fallecido Carlos Castilla del Pino. ¿Qué ha significado Castilla del Pino en la historia reciente de la psiquiatría española?

Perdón por citarme pero he escrito un largo articulo sobre Castilla del que fui buen amigo que podéis reproducir en vuestro portal. En él por decirlo de forma sintética afirmo que mientras su figura era aclamada por la psiquiatría de izquierda durante sus reuniones, la práctica real de esos psiquiatras progresistas se correspondía mejor con la del gran psiquiatra del franquismo López Ibor . Este afirmó como tesis central que “las neurosis eran enfermedades del ánimo que no precisaban psicoterapia sino antidepresivos”. No hay apenas ningún neurótico hoy en España que no reciba dosis medio altas de antidepresivos de acuerdo con esas tesis. Como en tantas cosas el tirano dejo las cosas atadas y bien atadas y mientras en lo ideológico se alaba a Castilla en la practica se actúa con las ideas y la lógica del franquismo

Finalmente, hablando una vez más de memoria histórica, un psiquiatra militar, el señor Vallejo Nájera, calificó a los rojos españoles de enfermos mentales. Propuso tratarles como tales y creo que lo consiguió. ¿Era eso saber científico, ideología psiquiátrica, fanatismo envuelto en términos pseudocientíficos?

Vallejo Nájera fue una fiel expresión de las contradicciones del franquismo. Escribió textos sobre la simulación psiquiátrica que llevaron al paredón a bastantes rojos que trataban de hacerse pasar por locos, escupió sobre los internacionalistas con unos estudios epidemiológicos repugnantes, moralizó a mujeres y niños creando en los años cuarenta unas instituciones de represión llamadas Patronatos de Protección a la Mujer que vigilaban y castigaban las faltas al amoral monjil que el dictador impuso. Para colmo escribió un tratado de psiquiatría basado en la psicología de Santo Tomas de Aquino con apartados sobre la patología de la voluntad y otros disparates similares que fue obligado manual en las facultades de medicina franquistas.

Pero frente a la mayoría de la psiquiatría republicana no se apuntó por motivos religiosos a apoyar la eugenesia de los pacientes mentales que fue el crimen capital de la psiquiatría del siglo que entonces se iniciaba y que muchos de los científicos de izquierda con base en el darwinismo apoyaron. Lafora, el gran psiquiatra de la República, bien entrados los años cuarenta, aún defendía la esterilización de los pacientes mentales graves . Varios científicos e intelectuales de la Liga para la Reforma Sexual encabezada por Aurora Rodríguez aprobaban el “uso del gas ciclón para eliminar las vidas sin valor” .

En ese sentido yo he mantenido en algunos texto como hay muy poco que oponer a la psiquiatría fascista representada por Vallejo porque enfrente no hay ningún psiquiatra al servicio de la razón liberadora. Había una práctica psiquiátrica republicana defensora del manicomio provincial, una higiene mental basada en la eugenesia terrorífica, el tratamiento del pánico del soldado cercano al frente para reintegrarlos al matadero y un largo horror que hace difícilmente defendible la contradicción entre una psiquiatría fascista frente a otra de izquierda. Ambas formaban un totum revolutum en que había muy poco de bueno.

Gracias, gracias por su tiempo y por sus generosas y solidarias respuestas.

Entrevista extraida de la web: kaosenlared

viernes, 5 de junio de 2009

Comprendiendo la Esquizofrenia


por Nancy C. Andreasen

Jefa de Redacción del
American Journal of Psychiatry


[...] ¿Adonde ha ido a parar la buena clínica de antaño? ¿Donde están los estudios que toman en cuenta la epidemiología, la psicopatología descriptiva,el curso y el pronóstico? Los estudios en este dominio son cada vez más raros ya que no se los
percibe como «sexy», «pertinentes», «sofisticados» o inclusive «científicos». Son increiblemente "low-tech". Sólo necesitan un pensamiento cerebro/mente, observar muchos pacientes y registrar las oservaciones y las medidas para que puedan ser analizadas usando métodos estadísticos que van desde los muy simples hasta los más complicados.

En los Estados Unidos, una generación de investigadores clínicos que moldearon la especialidad durante muchos años ha desaparecido - pienso en Eli Robins, Gerry Klerman, George Winokur- o está por desaparecer. Emergen muy pocos investigadores jóvenes capaces de tomar su lugar. Y todos lo saben, para ser considerado como un
científico "serio", hay que hacer ciencia experimental.Afortunadamente los europeos han conservado una orgullosa tradición de investigación clínica y de psicopatología descriptiva. Un día, en el siglo XXl, cuando el genoma y el cerebro humano hayan sido completamente cartografiados, quizás sea necesario meter en marcha un plan Marshall inverso para que los europeos salven la ciencia americana permiténdole de comprender realmente quién es esquizofrénico, o inclusive qué es la esquizofrenia.La frágil escuela norteamericana de psicopatología descriptiva habrá entonces desaparecido. Mientras tanto, corremos el riesgo de no poder utilizar los descubrimientos del proyecto de descriptage del genoma humano en las enfermedades
mentales complejas, ya que no dispondremos más de investigadores en clínica que hayan consagrado su carrera a conocer la naturaleza y definición de los síntomas, de los síndromes, de las enfermedades y del modo de diagnosticarlas.

¿El problema no está resuelto? ¿El DSM (Diagnostic and Statistical Manual of mental disorders) no basta? Desafortunadamente, no. El DSM fue desarrollado como un manual clínico para "clasificar" los pacientes. Sus descripciones de los múltiples trastornos psiquiátricos son deliberadamente simples, incompletas y dispersas. Es, en
particular, el caso de la esquizofrenia. Los criterios de inclusión del DSM no fueron destinados a la investigación y, menos que nada para los estudios sofisticados que se interesan a los genes de susceptibilidad, a los casos latentes o subliminares, o aquellos destinados a hacer comprender las relaciones entre ligeras modificaciones a nivel cerebral o cognitivo con síntomas de estados globales.

Mucha gente ha crecido acostumbrados a pensar que los criterios de inclusión de esquizofrenia constituyen una definición de lo que la esquizofrenia realmente es. Sin embargo los arquitectos del DSM eran bien concientes que los criterios y las
descripciones eran el resultado de un consenso cuyo objetivo era crear definiciones fiables, crear definiciones "fáciles de uso" para los clínicos y,también, evitar los cambios demasiado brutales que hubieran tornado inutilizables las bases de datos
constituidas en epidemiología o en otros dominios de la investigación.

Decidir quién es esquizofrénico y qué pacientes incluir en los estudios es la tarea más difícil de la investigación. El trabajo "high-tech" de laboratorio (programar robots, etc.) es, en comparación, cosa fácil. La mayoría de las preguntas clínicas siguen abiertas. ¿ Cuáles son los límites de las patologías? ¿El concepto de esquizofrenia incluye el trastorno esquizo-afectivo o trastornos de espectro no psicóticos como el trastorno esquizotípico o la esquizofrenia simple? ¿El síndrome
esquizofreniforme que aparece en el contexto de abuso de drogas, es una "realmente" esquizofrenia? ¿Esta patología es una entidad única?¿Es heterogénea? Si es así, ¿cómo describir los subtipos? ¿Cuáles síntomas la definen? ¿Son los síntomas psicóticos puestos en relieve por el DSM? ¿O son los síntomas más fundamentales de Bleuler, es decir síntomas negativos/cognitivos? ¿O no debemos basar la definición en ningún síntoma? ¿Cuál es la evolución característica? ¿Qué nos puede enseñar la evolución y los estados terminales sobre la fisiopatología? ¿Qué nos enseña la epidemiología sobre las definiciones o mecanismos? Estas preguntas son enojosamente sin fin. Ignorar su importancia facilita quizás las cosas,pero no es más que una visión a corto plazo.

El mejor modo de responder a todas estas preguntas necesita un pensar profundo por gente motivada, empleando abordajes sofisticados e integrativos. Por lo tanto debemos investirnos seriamente en la formación de una generación de verdaderos expertos en la ciencia y el arte de la psicopatología. De otro modo, nosotros los científicos "high-tech", corremos el riesgo de despertarnos dentro de diez años y descubrir que estamos frente a una primavera muda. Aplicar la tecnología sin la colaboración de clínicos sabios, expertos en psicopatología,habrá sido entonces una empresa solitaria, estéril y quizás infructuosa.

Am.J.Psychiatry 155. déc 98
(Traduccion Ed Th Mahieu, Aulnay /ss Bois,
France)

viernes, 22 de mayo de 2009

Renowned Psychiatrist Loren R. Mosher Resigns from the American Psychiatric Association in Disgust


This is a copy of a letter by Dr. Mosher resigning from the American Psychiatric Association. Note that Dr. Mosher was a pioneer in establishing programs of psychosocial community care in the field of psychiatry (e.g., Soteria House,); his many publications in that regard have been very influential (e.g.: Mosher, L., & Burti, L. (1989). "Community mental health: Principles and Practice". New York: Norton.).

______________________________________________

Loren R. Mosher M. D.
2616 Angell Ave
San Diego, CA 92122

December 4 1998

Rodrigo Munoz, M.D., President
American Psychiatric Association
1400 94 Street N. W.
Washington, D.C. 20005

"Querido Rod:

Después de casi tres décadas como miembro, es con una mezcla de placer y decepción que presento esta carta de renuncia a la Asociación Americana de Psiquiatría. La razón principal de esta acción es mi convicción de que estoy realmente renunciando a la Asociación Americana de Psicofarmacología. Afortunadamente, la verdadera identidad de la organización no requiere ningún cambio en la sigla.

Lamentablemente, la APA refleja, y refuerza, de palabra y de hecho, a nuestra sociedad droga-dependiente. Sin embargo, ayuda a librar la guerra contra las 'drogas'. Los clientes de 'doble diagnóstico' son un problema importante para nuestro campo, pero no a causa de los 'buenos' medicamentos que prescribimos. Los 'malos', son los que se obtienen principalmente sin receta. Un marxista observaría que siendo una buena organización capitalista, a la APA le gustan sólo aquellas drogas de las cuales pueda obtener un beneficio - directa o indirectamente. Este no es un grupo para mí. En este punto de la historia, en mi opinión, la psiquiatría ha sido completamente comprada por las empresas farmacéuticas. La APA no podría continuar sin las compañías farmacéuticas apoyando sus reuniones, simposios, talleres, publicidad en revistas, grandes rondas de almuerzos, becas educativas sin restricciones, etc., etc. Los psiquiatras se han convertido en los siervos de las promociones de las compañías farmacéuticas. La APA, por supuesto, mantiene que su independencia y su autonomía no se ven comprometidas en esta enmarañada situación. Cualquiera con un mínimo de sentido común, asistiendo a la reunión anual, podría observar cómo la compañía farmacéutica exhibe, y 'los simposios patrocinados por la industria', atraen a las multitudes con sus diversas tentaciones, mientras que a las serias sesiones científicas apenas se asiste. El entrenamiento psiquiátrico refleja su influencia también: la parte más importante de la currícula de un residente es el arte y la cuasi-ciencia de repartir drogas, es decir, de escribir la prescripción.

Estas limitaciones psicofarmacológicas de nuestra capacidad de ser completamente médicos también limitan nuestro horizonte intelectual. Ya no buscamos entender a las personas todas en sus contextos sociales - más bien estamos allí para realinear los neurotransmisores de nuestros pacientes. El problema es que es muy difícil tener una relación con un neurotransmisor - sea cual fuere su configuración. Por lo tanto, nuestra organización gremial proporciona un fundamento, a través de su visión de túnel neurobiológico, para mantener nuestra distancia del conglomerado de moléculas que hemos llegado a definir como pacientes. Toleramos y promovemos el uso generalizado e indebido de productos químicos tóxicos que sabemos que tienen graves efectos a largo plazo - la disquinesia tardía, demencia tardía y graves síndromes de abstinencia. Por lo tanto, ¿quiero ser un pelele de una compañía farmacéutica que trata moléculas con su recetario? No, muchas gracias. Me entristece que después de 35 años como psiquiatra, espere con ansias desvincularme de semejante organización. De ninguna manera representa mis intereses. No está dentro de mis capacidades el creerme el actual modelo biomédico-reduccionista anunciado por la dirigencia psiquiátrica, de casarse una vez más con la medicina somática. Esta es una cuestión de moda, política y, al igual que la conexión con la casa farmacéutica, de dinero.

Además, la APA ha entrado en una alianza impía con NAMI [*1] (no recuerdo que se les haya preguntado a los miembros si apoyaban a una asociación semejante), a tal punto que las dos organizaciones han adoptado públicos sistemas de creencias similares sobre la naturaleza de la locura. Mientras se proclama a sí misma la 'defensora de sus clientes' la APA está apoyando a los no-clientes, los padres, en sus deseos de estar en control, vía dependencia legalmente forzada, de su loca/mala progenie: NAMI, con la tácita aprobación de la APA, ha repartido una droga pro-neuroléptica y una agenda de fácil reclusión-institucionalización que viola los derechos civiles de sus crías. En la mayoría de los casos, nos mantenemos al margen y permitimos que esta agenda fascista avance. Su dios psiquiátrico, el Dr. E. Fuller Torrey, está autorizado a diagnosticar y recomendar tratamiento a aquellos en la organización NAMI con quienes discrepa. Evidentemente, una violación de la ética médica. ¿APA no protesta? Por supuesto que no, porque él está diciendo algo con lo que la APA está de acuerdo, pero no puede exponer explícitamente. Se le permite ser un frustrado; después de todo - él ya no es miembro de la APA. (¡Lindo trabajo APA!) La miopía de este matrimonio de conveniencia entre APA, NAMI, y las compañías farmacéuticas (que alegremente apoyan a ambos grupos debido a su compartida postura pro-drogas) es una abominación. No quiero ser parte de la psiquiatría de la opresión y el control social.

'Las enfermedades cerebrales biológicamente basadas' son sin duda convenientes para las familias y profesionales por igual. Es un seguro con franquicia en contra de la responsabilidad personal. Todos estamos sólo irremediablemente atrapados en el remolino de la patología cerebral del que nadie, excepto el ADN, es responsable. Ahora, para empezar, cualquier cosa que tenga una patología cerebral específica anatómicamente definida, se convierte en una provincia de la neurología (la sífilis es un excelente ejemplo). Así que, para ser coherente con este punto de vista de 'enfermedad cerebral', todos los principales trastornos psiquiátricos se convertirían en el territorio de nuestros colegas neurólogos. Sin haberlos encuestado, creo que esquivarían la responsabilidad sobre estos problemáticos individuos. Sin embargo, la coherencia exigiría nuestra entrega de 'las enfermedades biológicas cerebrales' a ellos. El hecho de que no hay pruebas que confirmen la atribución de enfermedad cerebral es, en este punto, irrelevante. Con lo que estamos lidiando aquí es con la moda, la política y el dinero. Este nivel de deshonestidad intelectual y científica es demasiado atroz para mí como para seguir apoyándolo con mi membresía.

Veo sin sorpresa que la formación psiquiátrica está siendo sistemáticamente desautorizada por los graduados de la escuela de medicina americana. Esto nos debe dar un motivo de preocupación sobre el estado de la psiquiatría de hoy. Debe significar - por lo menos en parte - que ven a la psiquiatría como muy limitada y poco desafiante. A mí me parece claro que nos dirigimos hacia una situación en la que, a excepción de los académicos, la mayoría de los profesionales psiquiátricos no tendrá relaciones reales - tan vitales para el proceso de curación - con las perturbadas y perturbadoras personas a las que tratan. Su único papel será el de escritores de prescripciones - unos don nadie bajo la apariencia de ser 'ayudantes'.

Por último, ¿por qué la APA debe aparentar saber más de lo que sabe? El DSM IV es la invención con la cual la psiquiatría busca la aceptación de la medicina en general. Los de adentro saben que es un documento más político que científico. Ya que en sus créditos lo dice - a pesar de que su breve apología es rara vez notada. El DSM IV se ha convertido en una Biblia y un best seller hacedor de dinero - no obstante sus principales deficiencias. Limita y define la práctica, algunos lo toman en serio, otros más realistamente. Es la forma de poder cobrar. La fiabilidad del diagnóstico es fácil de alcanzar para los proyectos de investigación. La cuestión es ¿qué nos dicen las categorías? ¿En realidad representan con precisión a la persona con un problema? No lo hacen, y no pueden, porque no hay criterios externos que validen a los diagnósticos psiquiátricos. No hay ni una prueba de sangre ni lesiones anatómicas específicas para ningún trastorno psiquiátrico importante. Entonces, ¿dónde estamos? La APA, como organización, ha implícitamente (a veces explícitamente también) apoyado un teórico engaño. ¿Es la psiquiatría un engaño - tal como se practica hoy en día? Lamentablemente, la respuesta es mayormente, sí.

¿Qué recomiendo a la organización, a mi partida, después de experimentar tres décadas de su historia?

1. Para empezar, déjennos ser nosotros mismos. Dejen de hacer alianzas nefastas sin el permiso de los miembros.

2. Sean realistas sobre la ciencia, la política y el dinero. Rotulen a cada uno por lo que son - es decir, sean honestos.

3. Salgan de la cama de la NAMI y las compañías farmacéuticas. La APA debería alinearse, si uno cree en su retórica, con los verdaderos grupos de consumidores, es decir, los ex-pacientes, los sobrevivientes psiquiátricos, etc.

4. Hablen con los miembros - no puedo estar solo en mis opiniones.

Pareciera que hubiésemos olvidado un principio básico - la necesidad de estar orientados a la satisfacción del paciente / cliente /consumidor. Yo siempre recuerdo la sabiduría Manfred Bleuler: 'Loren, nunca debes olvidar que eres el empleado de tu paciente'. Al final, ellos determinarán si la psiquiatría sobrevive o no en el mercado de los servicios."

Loren R. Mosher M. D.

sábado, 9 de mayo de 2009

Is psychiatry a religion?

Is psychiatry a religion? Is psychiatry a religion? AbnerRavenwood J R Soc Med. 2008 Dec;101(12):579-82.Whitley R

Psychiatry, postmodernism and postnormal science

Richard Laugharne, MRCPsych and Jonathan Laugharne, MRCPsych
Department of Mental Health, School of Postgraduate Medicine and Health Sciences, University of Exeter, Wonford House Hospital, Dryden Road, Exeter EX2 5AF, UK
Correspondence to: Dr Richard Laugharne E-mail: r.laugharne@exeter.ac.uk


Mental health care is a complex activity. Those involved include patients, carers, clinicians, purchasers and the public, and these groups have different perspectives and viewpoints on mental healthcare. These viewpoints can be conflicting, and an understanding of their differences is vital for planning. One example is the contrast between the ideas behind evidence-based medicine and user empowerment, which can reflect the differences between a modern and a postmodern view of the world1. Here we discuss the potential impact of postmodern philosophical and cultural change.

MODERNISM

Modernism has its basis in the Englightenment and is the worldview on which science itself is based. The fundamental principles are rationalism, materialism and reductionism. Nature acts as a unified whole. Rather than rely on non-material sources of truth or revelation (the basis of religious worldviews), the modernist observes and measures. To understand the world we must reduce the whole to measurable components, and so come up with theories to explain reality. That which cannot be measured cannot be proven and so its validity is questionable. This modern worldview has its origins in the works of such thinkers and scientists as Bacon, Copernicus, Galileo, Newton, Descartes, Kant and Hume. It offers a clear model of reality that is open for verification to any who wish to repeat the observations of others. In that sense it is transparent and accountable. Dominating intellectual thought for the past 400 years it has yielded revolutions in agriculture, industry and medicine. One of the greatest achievements of science has been the reduction of suffering through disease, and improvements in the length and quality of life.
However, there have been criticisms of modernism as well. The reductionist principle has denied the importance of the whole individual and the whole community. A strong foundation for moral values has been elusive in a universe denying non-material reality. As technology becomes more complex and difficult to understand, the layperson relies increasingly on the specialist's interpretation of reality. Perhaps the greatest criticism of the scientific revolution has been in the misuse of its knowledge. Because of the military developments and ecological consequences of science and technology, new generations question whether the benefits of the Enlightenment have been worth the cost of its destructive power. The negative impact of certain scientific developments has broken the spirit of trust, and society keeps an ever closer eye on what scientists are doing.

POSTMODERNISM

Postmodernism is an elusive concept, stemming from many disciplines including linguistics, literature, architecture, philosophy and science2. One clear pattern to postmodern thought is in its reaction to and rejection of certain aspects of the philosophy underlying modernism.
The rejection of truth and objectivity
One of the first philosophers to undermine the foundations of modernism was Friedrich Nietzsche3. Attacking the Enlightenment concept of truth he argued that, if we reject a ‘transcendent being’ handing us absolute truth and only value observations of the material world, the result is a world made up of fragments of observation. No two things or occurrences are the same. We construct concepts to bring these fragments to a unifying whole but these concepts deny the multiplicity of reality. The combining of these concepts in an effort to comprehend the world is, according to Nietzsche, an illusion. He calls into question the entire enterprise of rationalistic human knowledge on the grounds that the process of fabricating reality is an arbitrary and individual manner. ‘Truth’ is a function of language:
‘What, then, is truth? A mobile army of metaphors, metonyms and anthropomorphisms—in short a sum of human relations, which have been enhanced, transposed, and embellished poetically and rhetorically, and which after long use seem firm, canonical and obligatory to a people; truths are illusions of which one has forgotten that this is what they are; metaphors which are worn out and without sensuous power’4.
With such nihilistic ideas Nietzsche heralded the erosion of the concepts of universal truth and objective truth, and it was continued by Foucault in the twentieth century. In his influential writings Foucault advocated the acceptance of difference and ‘otherness’ rather than the universal and ‘sameness’5.
Suspicion of metanarratives
The French philosopher Jean-François Lyotard argued that the postmodern age is marked by the demise of metanarratives (total explanation of reality) and the emergence of micronarratives in their place6. Put more simply there is a disillusionment with the unifying ‘big stories’ offered by science, religion or politics to explain the way reality is. Instead people look towards the narratives of individuals or local communities, which are seen as less tyrannical—less demanding of mass allegiance. Instead of ignoring those who do not conform to a grand theory of everything, post-modern theory celebrates individual difference and non-conformity. All claims of proof or truth are treated with suspicion: ‘Scientists, technicians and instruments are purchased not to find truth but to augment power’.
Criticism of science
Lyotard consistently challenges the legitimization of positivist science. He argues that science is not manifest as a unified flow of progress aiming to increase human knowledge. Instead it has developed into clusters of ill-defined and shifting areas of enquiry. Scientists are no longer seeking ‘truth’ but augmenting power. ‘The question now asked... is no longer “Is it true?” but “What use is it?”... “Is it saleable?”... “Is it efficient?” ’6. Foucault's writings likewise dismiss as untenable the concept of the disinterested observer and criticize scientists' claim to objective knowledge, seeing them as claiming knowledge to establish power. He challenges any concept of order, stating that there is no such thing as natural order but only discourse.
The established concept of steady scientific progress was further challenged by Thomas Kuhn7, who argued that shifts in scientific theory are not merely an additive process whereby new research adds to previous knowledge. Rather, science is a dynamic historical phenomenon. A scientific theory exists whilst reality seems to be consistent with that theory. No theory can encapsulate all data and, as new research contradicts the prevailing theory, finally someone proposes a new explanation that more successfully accounts for the anomalies. He termed the transition a paradigm shift. But the conclusion is that science is a discourse rather than a mechanistic process—social, not neutral and objective. Science cannot lead to definitive statements about objective reality. Every experiment relies on a network of theories, opinions, ideas and traditions of a community. Kuhn further argued that the paradigm advocated by the scientist determines how that scientist views the world, including the instruments and measures chosen in observations. Claims of objectivity are questioned.
Postnormal science
Kuhn's ideas have been carried forward by those concerned at the implications of science as a social discourse. Questions have been asked about political power, the method of choosing problems, prejudice and value systems in scientific communities and how these affect science8. And beyond is the issue of how science is associated with risks and uncertainties. This is illustrated by such controversies as the bovine spongiform encephalopathy (BSE) crisis, the safety of genetically modified foods and the advent of global warming. The paradigm of science that offered certainty is losing its validity. According to the philosophers of science Silvio Funtowicz and Jerry Ravetz, science is now moving into a postnormal phase9.
In postnormal science ‘facts are uncertain, values in dispute, stakes high and decisions urgent’. Conventional, normal, science may still be valid when levels of risk and uncertainty are low but it is not valid when decision stakes or system uncertainties are high. The development of these ideas is directly linked to the growing acceptance of the unpredictability of non-linear systems through the development of chaos and complexity theories. The recognition of such complex systems has impacted many disciplines from economics to meteorology to medicine10.
Postnormal science requires that science expand its boundaries to include different validation processes, perspectives and types of knowledge. In particular it requires scientific expertise to meet with public concerns. A dialogue is opened up between all stakeholders. This could include scientists, social scientists, journalists, activists, and interested members of the public. The quality of the scientific work is assessed not just by experts but by an extended peer community who use extended facts which can even include anecdotal evidence and statistics gathered by a community. Quality replaces truth as the ongoing principle. Good quality traditional science is not rejected— it is reiterated or fed back in an integrating social process. Thus postnormal science leads to a democratization of science and allows the wider public to join discussion of the social, political and cultural implications of the scientific process.
In summary, postmodern thought has challenged several aspects of the philosophy of science. It has disputed the assumptions that different observations will coalesce into universal truths, that the observers are separate from the observations made, that scientists are impartial to the interpretation of their data and that scientists are not influenced by the power resulting from knowledge discovered. Scientific discovery is a social process rooted in discourse amongst the scientific community. Postnormal science has some strong postmodern ideas—notably, that uncertainty is inevitable in complex systems and that the search for an absolute truth is suspect. Quality, not truth, becomes the goal. And the evaluation of observations should not be left to a scientific elite but extended to all those with an interest in the quality of the results. But science is not rejected and the judgments of scientists are not ignored. Scientific work is essential to the process but the views of scientists are open to challenge.

POSTMODERNISM AND PSYCHIATRY

We come now to examine the implications of postmodern thinking and postnormal science for our own specialty, psychiatry. Psychiatry does indeed have qualities consistent with a postmodern worldview. It uses several different theoretical models to understand and explain the mental experiences and behaviours of patients. One framework incorporates biological, psychological and social views of reality. Therefore, when a patient has symptoms characteristic of depression and there is a family history of the disorder, we may think in biological terms and prescribe a drug that will alter neurotransmitters in the patient's brain. However, an abusive childhood might suggest a psychological cause that would respond best to a talking therapy. It then emerges that the patient was well until unemployment and debt led to family tensions. Even within these differing frameworks, further differences in worldviews are possible. Should the talking therapy be based on a psychodynamic worldview or a cognitive behavioural model? One possible reaction to these differing perspectives is to take the modernist road of drawing these theoretical strands together into a ‘biopsycho-social model’. This creation of a universal truth or meta-narrative from differing realities, which all have their evidence and adherents, would be rejected by postmodernists.
Psychiatry as a discipline interacts with and draws from a wide range of other disciplines including philosophy, law, social sciences, criminology, psychology and basic sciences. It therefore incorporates disciplines that are value laden rather than value neutral.
The most striking postmodern perspective on psychiatry is the interaction between science and power. Few professional groups claiming a scientific foundation are given such power over the liberty of their fellow human beings. Psychiatrists claim to be able to relieve illness through scientifically based treatments and are then given power by society to force those treatments on certain individuals. This licence will rightly be challenged in any society with freedom of expression. The arguments on the pros and cons of coercive treatment will include not just science but also moral and ethical dimensions. Hence non-material perspectives need to be incorporated.

POSTNORMAL SCIENCE AND PSYCHIATRY

The concepts of postnormal science may be useful for psychiatry. The practice of mental health delivery undoubtedly involves substantial levels of risk and uncertainty. Non-linear systems are everywhere—in patients' environments, in family systems, in services and even at the brain's molecular level. Those working within psychiatry are already in a limited dialogue with an extended peer community in the form of user groups and other interested community representations. Psychiatrists experience extended peer review of their activities by mental health review tribunal panels that include legal and lay members. It is clear that users of services want a say in the interpretation of evidence and the choice of treatments offered at individual as well as societal level. They will not be satisfied with peer review by experts only who have no experience of receiving treatment. An extended peer review appears democratic and fair. Finally the pursuit of quality rather than an elusive ‘truth’ appears to accord with the wishes of the users of mental health care. A recent piece of research on users' opinions of care (conducted exclusively by those with an experience of mental illness, thus openly rejecting the need of disinterested objectivity of observers) suggested dissatisfaction with scientific treatments whereby patients are grouped together according to current diagnostic categories; rather they favoured treatments that emphasize individuality and uniqueness including spiritual needs11.
Many of these issues are also relevant for other medical disciplines. General practice, with its long-term relationships between doctors and patients can likewise look to postmodernism12. The recent controversy over the MMR vaccine illustrates that a paternalistic instruction on the best evidence does not conclude the debate; patients and politicians entered the ‘extended peer review’. Eventually the immunization history of the Prime Minister's youngest son was demanded as a source of evidence. Palliative care clearly demands scientific evidence, but less reductionist concepts such as patient choice and dignity are again important.

DECISION MAKING IN MENTAL HEALTH CARE

How do we evaluate psychiatric care? This has been one of the key questions of the past decade, and scientific methodology is one answer. The prominence given to evidence-based medicine (EBM) can be seen as an attempt to reassert modernism within the field, with an underlying assumption that if enough research is done, an absolute answer will be found. Yet even EBM has at its heart a debate about quality—which types of study give the best quality information, and which individual studies are conducted to adequate standards. Linked to EBM is the establishment of the National Institute for Clinical Excellence (NICE) in the UK to make judgments on the effectiveness of medical treatments. It is noteworthy that early judgments from NICE have generated considerable public criticism, especially from those most directly affected by the disorders in question. On the one hand, there have been suspicions that the commercial interests of pharmaceutical companies have been too influential; on the other, drug companies suspect political interference to bring down National Health Service costs. Claims of scientific objectivity are difficult to maintain when strict detachment from commercial and political interests is impossible. In England the National Institute for Mental Health has been established with the aims of involving service users and working with NICE to achieve evidence-based services. Potential conflicts do not seem to be recognized and it is assumed that consensus can be achieved.
If mental health care is to become more democratic and responsive to individual wishes, it must take account of patient demands. However, in a centralized service it is difficult to see how this can be achieved. First, the centre controls the budget and cannot give unlimited services to individuals. Second, treatment being free at the point of delivery, there is no reason why the user should not make unreasonable demands on a limited resource. In a nationalized system government has the twin challenges of controlling expenditure from taxation—which means limiting service—and enacting the democratic will by delivering promises made in an election. In both of these roles individual choice is reduced. Centralized decision makers will look to experts, whether in scientific medicine or in ‘user involvement’. In this system, the majority decides for a minority and individual choice is secondary.
If the government reduces investment in clinical services or research, commercial interests will move in. Private medicine will provide clinical services with a goal of making a profit, and the pharmaceutical industry will finance research with the same goal. Both will rely on individual choice to take up the services and individuals will thus gain in autonomy. However, choice is dependent on wealth and the poor may have no choice at all. We cannot divorce science from ethics.
Psychiatry has many postmodern tendencies. However, scientific modernism is one of its foundation stones. Postnormal science offers a way forward that gives science an important place in the future of psychiatry but acknowledges the need to create a more democratic framework for evaluating all forms of evidence. If this is accepted there is no need for psychiatry to strain to be ‘modern’ through an overemphasis on EBM or biologism. As a postnormal clinical science, psychiatry can legitimately build on the foundations it has already laid through increased dialogue with individual patients, user groups, politicians and other bodies.

References

1.Laugharne R. Evidence based medicine, user involvement and the post modern paradigm. Psychiatr Bull 1999;23: 641-3.
2.Woods T. Beginning Postmodernism. Manchester: Manchester University Press, 1999.
3.Grenz SJ. A Primer on Postmodernism. Cambridge: Eerdman, 1999.
4.Kaufmann W, ed. The Portable Nietzche. New York: Penguin Books, 1976.
5.Said EW. Michel Foucault, 1926-1984. In: Arne J, ed. After Foucault: Humanist Knowledge, Postmodern Challenges. New Brunswick: Rutgers University Press, 1988.
6.Lyotard J-F. The Postmodern Condition: a Report on Knowledge. Manchester: Manchester University Press, 1984.
7.Kuhn TS. The Structure of Scientific Revolutions. Chicago: University of Chicago Press, 1970.
8.Sardar Z. Thomas Kuhn and the Science Wars. Cambridge: Icon Books, 2000.
9.Funtowicz S, Ravetz J. Uncertainty and Quality in Science for Policy. Dordrecht: Kluwer Academic, 1990.
10.Wilson T, Holt T. Complexity and clinical care. BMJ 2001;323: 685-8 [PubMed]
11.Mental Health Foundation. Strategies for Living. London, MHF, 2000.
12.Mathers N, Rowland S. General practice—a post-modern speciality? Br J Gen Pract 1997;47: 177-9 [PubMed]

Articles from Journal of the Royal Society of Medicine are provided here courtesy of
Royal Society of Medicine Press