martes, 17 de marzo de 2009

¿Por qué fallan los tratamientos?

¿Por qué fallan los tratamientos? ¿Por que se cronifican los problemas de la vida cotidiana y se convierten en pseudoenfermedades, o aceptadas por la comunidad científica en auténticas enfermedades mentales?

La respuesta no es sencilla y creo que no se encontrará en estas líneas. Pero quiero escribir unas ideas, para ayudarme a mi mismo en mi práctica clínica y solicitar ayuda a quien me la pueda dar.

Si revisamos las publicaciones “científicas” vemos que la principal causa de fracaso es la no adherencia al tratamiento, el uso de fármacos de forma incorrecta, el no acudir a tiempo al especialista. Si preguntamos a los profesionales que trabajan en la sanidad pública las causas son la ausencia de un tiempo adecuado para tratar a los pacientes, la masificación de las consultas, los protocolos inadacuados de la organización sanitaria a la que pertenecemos.

Este sería un estudio bonito para hacer, y estas conclusiones no son “cientificamente validables”, ya que son solo una impresión propia, de mi quehacer diario y de las horas y horas que invierto en escuchar a mis compañeros y pacientes.

Me resulta sorprendente por ejemplo que una de las causas más citadas para el fracaso de un proyecto terapeutico sea “la escasa motivación del paciente”, “o no es el momento para cambiar”. Y en el mejor de los casos se le remite a su médico de cabecera para que le ayude en esos cuatro minutos que un profesional preparado tiene para abrir las orejas y la mente del que pide ayuda a través de un síntoma. Tampoco citan la escasa preparación psicoterapeutica de los profesionales encargados de hacer psicoterapias. Es como sí dijeramos “soy un psicoterapeuta cojonudo pero como no me dan los medios...”, cuando la realidad es que la mayoría de las intervencias terapéuticas que hacemos están basadas en el “sentido común”, ¿de quien? En el mío, que es el mejor.

¿No será que algo se nos escapa? Las reglas del juego que nos marca nuestra empresa, pública o privada, no son cambiables. Las empresas en esta era postcapitalista no son asamblearias, no pueden ser cambiadas desde abajo, y sobretodo no existe una voluntad de cambiarlas, ni desde los trabajadores ni desde la dirección. Los trabajadores anclados en la “queja de no poder hacer nada por estar atrapados” y los directivos anclados en la queja “debemos hacer mejores protocolos de gestión”.

Podemos teorizar esta situación, hablar del discurso del amo y el esclavo, hablar de Marx, hablar de la lucha de clases... pero la realidad diaria es que no podemos cambiar el sistema en el que estamos, ya que somos parte del mismo sistema. Cambiarlo sería cambiarnos nosotros mismos. Las opciones son lamentarnos o buscar como usarnos de él. La rendición no es una opción, porque a final de mes es treinta y uno y hay que pagar las deudas.

Además nuestro sistema de queja-trabajador, queja-gestor, está inmerso en un sistema mucho más global, la sociedad. La sociedad es un ente supraconsulta, suprapersona, supravecindario, formado por millones de intereses interconectados: el interés de la empresa que vende pastillas, el interés de la persona en ser feliz cuanto antes mejor, el interés del gestor en ahorrar, el interés de obtener una pensión y poder dedicarme a lo que realmente me gusta que es la pesca con mosca, sin tener que aguantar a mi jefe. En nuestra sociedad no hay sitio para las explicaciones psicológicas convencionales para la enfermedad. Nuestro medio cultural ha (hemos) decidido que una enfermedad requiere un modelo neuroquímico, un tratamiento y una solución rápida (química o intervención psicoterapeútica breve estandarizada). Si estamos “sanos” sí aceptamos una explicación psicológica, de igual que sea psicoanalítica, cognitiva o simplemente budista o taoísta. Tenemos tiempo para pensar, ya que todos tenemos la creencia de que somos inmortales y que al fin y al cabo si me leo “El camino del tao en el s.xxi” posiblemente viviré más y mejor.

La angustia ya no se puede entender como un malestar único, aunque lo sea. En nuesta cultura hay una angustia que enferma, que requiere una solución rápida, y una angustia vital que sí está dispuesta a escuchar y escucharse. Cuando en la consulta ambas se mezclan y tratamos la angustia vital como esa angustia que hay que calmar a toda costa, el paciente y nosotros nos perdemos la oportunidad de escucharnos.

La psicoterapia es un proceso para crecer como persona y poder disfrutar más, amar mejor y vivir más. Un camino para salir de los falsos goces de nuestro tiempo (el goce de comprar, el goce de “estar colocado”, el goce del éxito...) El paciente que entra en un proceso psicoterapeutico reconoce sus faltas, sus defectos, y se propone trabajar con ellos (aunque lo llame “no tengo autoestima”). El enfermo no acepta su parte en su malestar. No es responsable. Algo le ha venido (tocado) por sus genes, por sus padres, por sus jefes, por el azar, por el destino. El enfermo es un juguete en manos de algo que hay que eliminar rápidamente con un remedio eficaz, para volver a esa normalidad que suele estar debajo de un falso recuerdo de “paraíso perdido”.

Esta reflexión posiblemente no aporta nada nuevo, solo ordena mis ideas y es un intento de luchar contra esa sensación de estar aplastado por un marco con el que choco a diario. El camino sería convertir al enfermo juguete del destino en un paciente responsable, y de ahí en ayudarle a que nos enseñe todas sus potencialidades y que las use, para que nunca más vuelva a sentirse en manos de nadie ni de nada.

Un problema que nos encontramos es que con todas las teorias que tenemos en la cabeza, nos olvidamos de la teoria que el enfermo/paciente tiene en la cabeza y construimos la casa por el tejado, e intentamos convencer a una fibromialgica de que lo suyo no existe y que tiene muchas potencialidades, y le invitamos a que se apunte a un curso de natación... Y al no responder a esto, pensamos que no quiere escuchar y no está en el momento de cambiar. Y por no comprender que la fibromialgia es una enfermedad para esa paciente e intentar meterle con calzador nuestra explicación psicológico-espiritual, la perdemos y la condenamos a vagar en busca de soluciones milagrosas, de años de otra distima... hasta devorar su identidad y convertirla en un despojo de ser humano, cuyo único sentido en la vida es curarse de algo que no existe y que es incapaz de responder a la pregunta ¿curarse para qué?

Y cuando digo fibromialgia, que es un ejemplo, lo llamo depresión, lo llamo esquizofrenia, lo llamo fobia social, lo llamo alcoholismo, lo llamo ludopatia, lo llamo anorexia...

No podemos olvidar que estamos en un marco cultural. Y que ese marco no lo vamos a cambiar, como tampoco vamos a cambiar el sitio donde trabajamos. Basta de quejas, que nacen de nuestra impotencia. ¿Vamos a trabajar con lo que hay?. Si solo hay que elegir a qué amo servir, como decía Jervis.

5 comentarios:

jabibi dijo...

Por un lado quiero decir algo que espero no trascienda mucho;), y es que yo si siento que estoy teniendo tiempo para dedicar a las personas que está viniendo con ganas de que lo se dedique...Viva el 3er nivel!

Así que me estoy encontrando con algunas situaciones bastante embarazosas para mi autoestima de psicoterapéuta, porque ya no le puedo echar la culpa al tiempo...

Me estoy encontrando envuelto en procesos de psicoterapia muy enriquecedores en los que en base a una buena alianza terapéutica estamos consiguiendo satisfactoriamente los objetivos que contruimos (sobre todo ellos espero).

Pero también me estoy encontrando con algunos de los famosos "casos difíciles", esos que vienen rebotados de multiples psicoalgos previos en los que la cosa no está funcionando.

Me da en la nariz que una de las claves es eso que tu traes a colación en tu entrada LA TEORÍA QUE EL QUE NOS VIENE TIENE SOBRE LO QUE LE PASA, Y MUCHAS VECES IMPLÍCITA EN ELLA VIENE SU TEORÍA SOBRE LO QUE PODRÍA HACERLES CAMBIAR, SI ES QUE QUIEREN REALMENTE HACERLO, CLARO.

Y estoy notando que a veces me está faltando la oreja suficiente y menos teorías y tratamientos basados en la evidencia de los que rebosa mi cabeza. Me hace falta ese sitio para escucharles más y mejor. En esas ando.

Gracias por tu post!

Un perro madrileño dijo...

Muy buen post, Alvaro, pero no coincido en varias cosas.

En primer lugar, creo que hay tratamientos que si funcionan. Mejor dicho, lo se. Obviamente no todo funciona, y necesitariamos otro post para discutir que es "funcionar" o curar. Pero yo me mojo y digo que si fuuncionan.

En segundo lugar, si es cierto que muchas cosas no se pueden hacer porque no tenemos medios. Pero tambien es cierto que para muchas no tenemos formacion. Y tambien creo que muchas veces no funcionan porque el paciente no esta en el momento apropiado. Pero todas esas variables forman parte de nuestra labor, tanto intentar cambiar lo que no funciona, como formarnos bien (señalo aqui que me perdi el post de Jordy sobre la psicoterapia como asunto personal y me da mucha rabia). Y situar al paciente en lo que le pasa y hasta donde puede mejorar...

En cuanto a las teorias, creo que hay que escuchar la que el paciente tiene en la cabeza, y hay que intentar ayudarle a que se comprenda mejor. Todavia no he encontrado un solo paciente al que le haya sonado rara "mi teoria" sobre su problema. Al menos no e lo ha dicho :D.

De todas formas, no se si nuestras percepciones son diferentes por formacion, porque un medico es un medico y un psicologo es un psicologo, para lo bueno y para lo malo. Ya me entiendes.

Alvaro dijo...

Turno de réplica. No digo que no haya tratamientos que no funcionen, digo que muchas veces lo que pensamos que deberia funcionar no funciona y lo que no deberia funcionar funciona.

Sobre los medios, sí que creo que tenemos los medios. La supuesta falta de medios es otra excusa para excusarnos que un tratamiento no funciona... aunque sí me gustarían unos pocos más recursos sociales!

Jordy dijo...

Me tiro al ruedo! Primero, gracias por tu post, Alvaro. Planteas tantas cosas que te pido disculpas por centrarme en dos o tres pinceladas a vuelo de teclado.

Voy al grano. Creo que las terapias funcionan hasta donde funcionan y dependiendo de qué queramos. Me explico. Las técnicas funcionan: Uno se relaja con Jacobson la mar de bien; o va entrando en transferencia y hace unos insights de lo mas interesantes; o hace por entender y cambiar su dinámica familiar y las cosas se suavizan un poco...Lo peliagudo es la exigencia que nos atenaza, ya sea la del paciente o la del terapeuta. A veces nuestro afán de ayudar sobrepasa el deseo o las posibilidades de nuestro cliente o incluso las de la realidad, y como resultados nos quedamos contrariados pensando que porqué no nos dedicamos a opositar a notario como quería nuestra madre.

Sobretodo cuando uno se da cuenta de que a los locos no los quiere casi nadie, de que los dispositivos para cuidarlos se convierten en manicomios a poco que te despistes y de que se te llena la consulta de gente con ganas de confesarse (reza tres padrenuestros y no lo hagas más, que Dios te ama...) en cuanto te descuidas.

Abordamos diferentes roles y mantenemos equilibrios inestables. Somos a un tiempo policias de los locos, cuidadores, profesores, consultores, adivinos, técnicos de control de conductas, jueces morales, chamanes, paños de lágrimas, sacerdotes del dios "ciencia", prostitutos emocionales,...todo y más en una coctelera, es para marearse y desde luego para a veces confundirse y no saber lo que uno puede hacer para ayudar y hasta donde puede llegar.

Yo personalmente creo que el tomar cada vez más conciencia de nuestras humildes posibilidades ayudará paradójicamente a expandir nuestra capacidad para ayudar a quien podamos y dejar ir a quien no podamos ayudar. Por supuesto nuestros jefes, la sociedad, los políticos,...etc pueden no estar muy deacuerdo pero se nos olvida que estas personas tienen el poder sobre nosotros que les otorgamos (de aquí el poder de la subversión en nuestro extraño oficio).

Un perro madrileno dijo...

Me toca (contestar, aclaro).

Yo creo que sí nos faltan medios, Álvaro, nos faltan profesionales bien formados, nos falta tiempo para formación y para hacer sesiones clínicas en condiciones, nos falta tiempo para ver pacientes... para todo hace falta un tiempo y nos exigen demasiado.

EN cuanto a lo que dice Jordy, totalmente de acuerdo. Lo de "funcionar" es relativo, funcionar no es que el TOC no tenga obsesiones nunca más. Para mi funcionar es que su vida no está dominada por las obsesiones y lleve una vida con tantas angustias alegrías y tristezas como la da cualquiera.

Obviamente no tenemos herramientas mágicas, y quién lo pretenda es que no ha visto un paciente en su vida, pero sí tenemos muchas cosas que funcionan. Y hablo de fármacos y de psicoterapias.

Otro tema es si las exigencias son realistas. Pero ahí si que tenemos que entrar, y vender lo que tenemos, no lo que dicen que tenemos. Yo no le puedo decir a una persona con depresión que no se va a poner triste en su vida o a alguien con Fobia social que no va a sentir ansiedad cuando hable en público.

Creo que en el término medio está la virtud, y mi termino medio es que no hacemos magia, pero los pacientes se pueden curar. Y utilizo esta última palabra con todas las consecuencias.